martes, 27 de enero de 2009

Un habitante del mundo

Esta es la historia de un habitante del mundo. Todos lo días se levantaba por las mañanas, se lavaba, cambiaba y perfumaba para hacer lo que tenía que hacer: todos los días lo mismo. Tomaba un bus con rumbo a donde tenía que ir y llegaba a donde debía llegar.

Luego de hacer lo que tenía que hacer, se disponía a comer lo que a otro se le antojó preparar. Comía lo que podía comer, para que más tarde defecara o miccionara lo que su cuerpo no iba a necesitar.

Terminaba lo que debía terminar y regresaba a donde tenía que regresar. Jugaba, saltaba, reía, lloraba, se lamentaba, amaba, peleaba, odiaba, hacía deberes, veía películas, comía y devolvía otra vez. Y al fin rendido, cansado y hasta abatido luego de lo vivido se dirigía de nuevo a su lecho a esperar dormido un día más o tener un día menos.

No hay comentarios: