domingo, 17 de mayo de 2009

Cuita urgente

Preferiste cambiar todo lo bello, por un sólo momento. Para tí fue una aventura buena, pero tu poca cabeza no se dio cuenta de que también fue hueca, tan vacía como la noche sin luna. ¿Me echas a mi la culpa? ¿Por qué? Dices que te obligué, pero... ¿a dónde se fueron esas hermosas palabras, las promesas de una vida perfecta y sin preocupaciones? Mentiras, tal vez. Realidad inexistente, imperceptible fue lo nuestro, para mí sí, así me lo hiciste ver y, lo que es peor, así me lo hiciste sentir. Fue un engaño permanente de apariencia fuerte, pero tan frágil que la mierda sola pudo derrumbarlo. Tarde me di cuenta de que el error no fui yo. No, ya no más sacrificios a cambio de sonrisas dibujadas por un compromiso malsano, no más autohumillaciones, ya no. Y es que cuando uno queda ciego por amor, los demás sentidos no se agudizan.
Ahora, no me queda más que decir adios, no un hasta luego o hasta pronto, porque, a pesar de que hayas dicho "perdón", no dijiste "olvido" y aunque yo pueda perdonar, a olvidar no he aprendido.
¡Qué ironía!