domingo, 12 de abril de 2009

¿Y entonces, qué?

Dicen que el amor es el sentimiento más hermoso del mundo, pero, curiosamente, es el que más lágrimas nos roba (y no precisamente de alegría). La verdad es que hasta hace unos días yo pensaba que lo más importante en la vida era amar, ser amado y luchar porque ese amor perdurara hasta el fin de nuestros días o algo asi. Creo que he vivido en un fantástico mundo color de rosa, casas de caramelo y cielos con algodón de azúcar. Llegué a la conclusión de que lo más difícil del amor es reconocerlo, no en uno mismo, sino en el ser amado. Cómo saber si esa persona siente lo mismo que tú y de la misma manera. Cuidado, no siempre es igual. Los sentimientos son fáciles de adquirir, pero complicados y dolorosos de quitar. Como decía Iberico, lo peor es que esa relación condicionada con el ser amado jamás se irá. Nunca se puede olvidar a quien hemos amado, solo se pueden extinguir sentimientos, que no es lo mismo, pues extinguir no es borrar porque simplemente sabemos que existió antes. Algo complejo de entender creo yo. Además de todo esto, pienso que, por ahora, el amor no puede ser prioridad en mi vida, pues la experiencia me ha enseñado que cuando le pongo más empeño a algo, parece que el universo conspirase para que una pieza diminuta, pero fundamental, escape de todo ese conjunto de sensaciones hermosas y tiña todo lo bello de un gris oscuro tan opaco que te pierdes otra vez en su inmensidad. Ojalá que alguien, alguna vez, rompa este karma.