miércoles, 4 de marzo de 2009

Carta a Eugenio

Querido Eugenio:
Por aquí todo como siempre, creo. Lima con su calor infernal y con garúa de noche. Las calles están menos sucias porque ya se acercan las elecciones y todo parece mejorar, hasta que lees los periódicos.
Pero no voy a hablarte de cosas que no valen la pena, pues quiero que esta carta sea motivo de alegría para ti.
Empezaré por contarte como me ha ido este verano, tan lleno de cosas y experiencias nuevas. Encontré el amor, me enamoré de un gran hombre, un ser que me llena de fuerzas y de ganas de vivir. Voy a empezar un nuevo ciclo en la universidad. Sí, al fin facultad: Psicología me espera, aunque con esto nace un miedo que amenaza con invadirme; ya sabes, mí ya conocido temor por lo desconocido. Pero saldré adelante.
Me alejé de quien siempre me hacía rabiar, tú ya sabes. Encontró la felicidad y eso no se comparte, solo se observa de lejos porque así tiene que ser y así lo quiere esa persona, al parecer. Tú ya sabes.
Fui al mar dos veces. Me adentré en las aguas azules (libres de contaminación, milagrosamente) sólo una vez. Increíble sensación. Espero ir con él antes de que acabe el verano: con él la arena, el sol y el mar deben sentirse diferentes.
En este verano hice cosas que jamás pensé hacer, como ir a un gimnasio o celebrar mi cumpleaños. Tú sabes que tener un año más de vida no es de mi agrado y festejar por dar un paso más a la muerte (al estilo Krebs) es algo… inadmisible nihilisticamente hablando, creo yo. Pero los amigos siempre pueden más.
Para terminar, quisiera decirte que espero ser la misma de siempre, la misma de antes, ser yo y que cuando leas esta carta aún mi nombre te suene a mí.

Saludos por casa.

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