Todo comenzo en una calurosa mañana del primer mes. Ella era una niña aún, pero de esas niñas que están a punto de ser mujeres y que no lo son por simple tradición.
A esta niña social le encantaba el agua desde que nació, asi que todos los veranos practicaba el deporte de sus amores: la natación. Este era un día de aquellos veranos, con la diferencia de que esos eran El día y El verano. Ni ella imaginaba que serían uno de los más recordados.
Bueno, remontándonos otra vez a la calurosa mañana del primer mes encontramos una de las clases de natación de la niña. La tercera para ella, pero la primera para cierto niño (no tan niño); más niño que la niña y mas hombre que cualquiera en esa pequeña piscina de 50 metros. Sus cabellos se confundían con el sol. Su rostro era tan llamativo no por la hermosura que erradicaba, sino por la picardía observada en sus ojos. Ojos que miraban a la niña con su evidente característica. Mirada que la niña respondía acompañada por una sincera y algo coqueta (¿por qué no?) sonrisa.
Por cuestiones de la vida, la niña era la mejor de su clase, asi que el entrenador le mandó a competir con el susodicho niño. ¿Adivinen quien ganó? Fue un vil y frío empate, cuya llegada a la meta desencadenó un "¿cómo te llamas?" de parte de él y un "Gloria" de parte del profesor, quien arruinaba el momento llamándola a demostrar el dichoso estilo Mariposa.
Mariposas era lo que ella sentía en ese momento, algo cursi, sí, pero era lo que ella sentía y nadie (ni yo misma) podrá impedirlo.
Al llegar la niña al punto de partida, se dió con la sorpresa de que él ya estaba allí. Un "Yo soy Bruno" la hizo temblar de nervios y el "acabó la clase" del profesor la salvó de decir algo más.
Pasaron los días y las clases en la pequeña piscina. La niña y el niño se hacían cada vez mas "amigos" y los alagos hacía ella eran mas frecuentes. Un "estás más linda que de costumbre" (cosa que no creí) o un "las damas primero, y si son lindas como tú, con muchoa más razón" la conducían a un mundo paralelo.
Hasta que un día, ya no del primer mes sino del tercero, la niña fue a sus clases como siempre. Pero algo cambió. Él no estaba más ahí. El tercer mes se lo llevó de la misma forma en como el tercer día lo trajo. La niña social se encontraba sola otra vez en la pequeña piscina de 50 metros sin una parte de su alma. Ese verano le mostró un bosquejo del sentimiento más hermoso del planeta y tal vez ese verano se lo vuelva a enseñar. En fin, ahora solo es una memoria inusual que llegó a mi cabeza. Solo es el bello recuerdo de una niña social.